¿Boleta inteligente o voto electrónico?
Dentro de las opciones de automatización electoral disponibles actualmente en la industria encontramos una que es comercializada como Boleta Inteligente, con la promesa de mejorar la experiencia del elector, garantizar el secreto del voto y ofrecer resultados rápidos y precisos. Esta tecnología fue usada en el piloto de voto electrónico llevado a cabo el pasado 23 de febrero de 2014 en la Provincia de Azuay, en Ecuador, y aunque representa ciertas ventajas menores en relación al escrutinio manual, no elimina la mayor parte de los vicios asociados a sistemas manuales de voto.
Al igual que en el caso del voto electrónico, con la Boleta Inteligente, se usa una máquina para que el elector haga su selección, acompañada de una papeleta que contiene un dispositivo electrónico para el registro del voto.
El modelo operacional es el siguiente:
- Una vez verificada la identidad del elector, se le entrega una Boleta Inteligente «en blanco».
- El elector introduce la boleta inteligente en la máquina, lo cual habilita la pantalla táctil para votar. Una vez que el elector hace su selección y emite el voto, el contenido del mismo es impreso en la boleta y grabado en el chip de la misma. La información nunca se graba en la máquina.
- La boleta con el voto grabado e impreso, se deposita en una urna tradicional de cartón.
- Al momento de cerrar la elección, los funcionarios de la mesa de votación (miembro de mesa) habilitan la máquina para llevar a cabo el conteo.
- Una vez que la máquina se ha habilitado para conteo, se abre la urna de cartón, se extraen las boletas y una a una, y de manera manual, se pasan frente al lector de chip de la máquina para que sean contados. Es precisamente este el punto donde se introducen vulnerabilidades en el sistema.
- Una vez terminado el proceso de conteo, se imprime el acta de escrutinio y se graba también en un chip.
Falta de redundancia
El principal problema es que un sistema como el descrito carece totalmente de los mecanismos de redundancia que pueden garantizar la cadena de custodia del voto. Aunque se argumenta que el voto se registra de manera doble: grabado en el chip e impreso, este nivel de redundancia es insuficiente porque ambas instancias del voto se graban sobre el mismo soporte físico. Esto quiere decir que si este soporte se destruye, se perderá de manera irreversible e irrecuperable el voto en cuestión.
Si durante el proceso de pase de votación a escrutinio ocurre la desaparición o destrucción (accidental o no) de un número indeterminado de boletas, la máquina no tiene como saberlo al hacer el conteo, porque no almacenó nada durante la fase de votación, imposibilitando la detección de la anomalía.
Es posible también que una persona emita más votos de los que corresponden al final del proceso, justo al terminar la votación y antes de iniciar el escrutinio. Estos votos de más serán admitidos por la máquina para el conteo, ya que la misma no conoce la cantidad de votos válidos que efectivamente fueron emitidos.
Incluso las dos anomalías anteriores pueden ocurrir en simultáneao, destruyéndose votos de una tendencia e introduciéndose los de la tendencia opuesta, sin que sea posible detectarlo, porque la cantidad todal de votos coincidiría con el padrón electoral (cuadernos de votación), haciendo que en este tipo de sistemas sea imposible verificar la cadena de custodia del voto.
Rapidez de resultados
Acerca de la rapidez de resultados, aunque el proceso de transmisión es tan rápido como el de un sistema de voto electrónico, este sistema de boleta inteligente, requiere que las boletas sean pasadas una a una por el lector de la máquina, llevando un proceso que en voto electrónico puede tomar menos de 5 minutos, a unos 30 en promedio.
Aunque ciertamente los tiempos son menores que los del conteo manual, y más precisos, la falta de garantías de seguimiento del voto mencionadas arriba hacen que el nivel de confiabilidad del sistema no sea sensiblemente mayor al del voto manual, con el agravante de brindar una sensación de falsa seguridad, que no existe en realidad.
Se da también el argumento de que esta tecnología permite verificar el escrutinio a medida que ocurre, y que esto «evitaría auditorías posteriores como en los sistemas tradicionales de voto electrónico». La realidad es que lo único que se puede verificar durante el proceso de conteo es que la información impresa en la boleta inteligente coincide con lo desplegado por la máquina. Si se quisiera verificar que el escrutinio se hace de manera correcta, debe hacerse una auditoría 100% manual, haciendo todo el proceso tan lento como si no se hubiera usado tecnología.
Por la falta de garantías sobre la custodia del voto, un proceso de escrutinio al menos cuatro veces más lento y la ausencia de ningún tipo de ventaja adicional sobre el voto manual, mal podríamos llamar voto electrónico a estos sistemas de boleta inteligente.