Rusia atacó las elecciones en Ucrania, y falló
Hasta hace un par de décadas cuando escuchábamos hablar de fraude electoral nos venían a la mente artilugios y trampas que buscaban poner en el poder a un determinado candidato favorable a determinados intereses, aunque éste no hubiera obtenido los votos necesarios. En algunos casos el fraude se producía motivado por fuerzas económicas y políticas internas, y en otros la influencia venía de intereses extranjeros: países o bloques de países que buscaban proteger sus propios intereses nacionales.
Hoy en día el enfoque, especialmente en el contexto de guerra cibernética, ya no busca directamente posicionar aun ganador favorable a los intereses del atacante, sino que basta con desestabilizar el orden democrático de la ‘víctima’.
Es en este contexto que la noche del domingo 25 de mayo de 2014 la televisión rusa reportaba con cierta sorpresa la victoria en la Elección Presidencial de Ucrania del nacionalista de extrema derecha Dmytro Yarosh, quien en las encuestas no presentaba más del 1.5 % de preferencia, y que estaba ideológicamente en el extremo opuesto a la influencia rusa. Este resultado evidentemente no era el correcto.
Algo raro pasaba esa noche.
El primer ataque
Apenas cuatro días antes de la elección se intentó un ataque en contra de los servidores de la Comisión Central de Elecciones de Ucrania que tenía como objetivo eliminar todos los registros del sistema, al punto de volverlo inservible.
El grupo de Hackers pro-ruso CyberBerkut se responsabilizó del ataque el día 23 de mayo, en un comunicado donde además de la destrucción del sistema, alegaban haber robado importante información confidencial, incluyendo emails internos de las autoridades electorales.
A pesar del supuesto éxito de la operación, menos de 24 horas después, las autoridades electorales habían sido capaces de restaurar los sistemas y el proceso electoral no se vio afectado.
El día de la elección
Un segundo ataque llevado a cabo el mismo 25 de mayo intentó un enfoque diferente. Esta vez se intentó un cambio de resultados directamente en el servidor donde debían publicarse, para dar la victoria parcial en primera vuelta al candidato de la ultraderecha nacionalista ucraniana Dmytro Yarosh, quien es totalmente opuesto a cualquier acercamiento con Rusia y promueve el paramilitarismo para restaurar el Donbas.
Apenas 20 minutos antes de que los resultados fueran publicados en la televisión nacional, las autoridades electorales detectaron el ataque, lo que permitió detenerlo e informar los resultados correctos.
El papel de Rusia
El gobierno ruso en todo momento se ha desvinculado de las acusaciones de cualquier intento de saboteo a las elecciones en Ucrania en 2014.
Aunque no se pudiera probar un vínculo a Moscú con el ataque, lo cierto es que los resultados que intentó mostrar la televisión rusa en la noche del día de la elección eran los mismos que los atacantes habrían intentado hacer pasar por oficiales en un intento de que aparecieran en la web de la Comisión Electoral y en los medios de información Ucranianos, lo cual es, cuando menos, sospechoso.
Sería válido preguntarnos si en caso de interferir en una elección en otro país, al gobierno ruso no le convendría entonces intentar instalar a un candidato más favorable a sus intereses.
Para esto hay varias respuestas enmarcadas en la situación política del momento, considerando además que ocurrió un intento de fraude fallido diez años antes que justamente buscaba poner en el poder a un candidato que favorecía los intereses de Rusia.
Desde el punto de vista más pragmático, de haber logrado que se publicaran resultados dando como ganador a Yarosh, podría haber conseguido varios objetivos:
- A lo interno de Rusia, vender la idea de que ahora Ucrania sería un país completamente hostil, habiendo elegido a un líder abiertamente anti-ruso.
- En Ucrania, generar desconfianza en las autoridades y en el sistema electoral, pudiendo señalarlos de ineptos por no poder garantizar resultados correctos, o incluso denunciar un abierto intento de fraude por parte del gobierno provisional ucraniano.
- Podría generarse también más tensión en el Donbas, donde los separatistas podrían sentirse realmente amenazados con el resultado y precipitar una intervención rusa similar a la de ese mismo año en Crimea.
La lección aprendida más importante es que un intento de sabotear una elección no siempre tiene por objetivo poner en el poder al candidato que mejor juegue en favor de los intereses del saboteador. En muchos casos puede ser suficiente generar desconfianza para desestabilizar toda una nación, y el intento de fraude electoral es sólo una etapa en un esquema de agresión mucho más grande.
El contexto
Después de meses de protestas que culminaron con la caída del gobierno de Viktor Yanukovych en 2014, Ucrania se dirigía en mayo de ese mismo año a una nueva elección presidencial que debía, en teoría, traer paz a la agitada situación política del momento.
Hablar de la normalidad del proceso electoral podía sonar extraño desde el punto de vista de occidente: dos meses antes de las elecciones, Rusia se anexionó Crimea. Al mismo tiempo, grupos armados pro-rusos en el Donbas (en el este del país) se opusieron a la elección, y como resultado tan sólo un 20% de las mesas de votación en esa región pudieron abrir.
A pesar de lo anterior, hubo una participación del 60% (si se considera únicamente el territorio bajo control de Ucrania), y se contó con más de 3.500 observadores internacionales de organismos como la OSCE y la ONU, entre otros. En general se consideró que la elección se llevó a cabo de manera correcta y transparente.
Luego de oponerse inicialmente a este proceso electoral por considerarlo ilegítimo, el gobierno ruso finalmente aceptó que se llevase a cabo sin interferencias. Como vimos, nada más lejos de la realidad.
Créditos de imágenes:
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