Venezuela 2024: cuando no se siguen los protocolos
El pasado 28 de julio, hace ya 4 semanas, se llevaron a cabo Elecciones Presidenciales en Venezuela y nuevamente, como lo viene haciendo desde 2017, la autoridad electoral falla en garantizar transparencia y confianza en el proceso.
La idea de un buen sistema de votación automatizado es proveer características que permitan auditar el sistema antes, durante y después del día de la elección, y garantizar, entre otras cosas, la preservación de la cadena de custodia del voto.
La transparencia del sistema de votación, tradicionalmente se había sostenido en 3 pilares fundamentales:
- Los mecanismos de seguridad que proveía la tecnología.
- Los procedimientos de auditoría propuestos por la autoridad electoral, y al alcance de todos los actores políticos y organismos de observación electoral.
- El control ciudadano, sólo posible si los procesos son públicos y transparentes.
Los procedimientos y el control ciudadano
Además de los procedimientos del día de la elección, se deben llevar a cabo todo tipo de auditorías antes y después de ese día, que incluyen los procesos de programación y configuración de las máquinas, mecanismos de telecomunicaciones, y revisión del código fuente tanto del software de las máquinas como del software de totalización de resultados.
Tradicionalmente los partidos políticos y organismos de observación nacionales e internacionales han publicado informes de su participación en estos procedimientos e incluso publicado solicitudes o recomendaciones de mejora, si las hubiera.
Es posible también que actores políticos, como partidos o candidatos, publiquen sus copias de las actas de escrutinio, bien sea para comprobar o para refutar los resultados publicados por la autoridad electoral, tal como lo hizo el PSUV luego de las elecciones presidenciales del año 2013 cuando el resultado que daba como ganador a su candidato fue disputado por la oposición.
Cuando no se siguen los protocolos
Los procedimientos de verificación y auditoría se habían cumplido de manera sistemática al menos hasta 2017, cuando el Consejo Nacional Electoral (CNE) dejó de cumplir con las garantías de transparencia mínimos, dejando un halo de ilegitimidad a todas las elecciones desde entonces.
Los organismos electorales implementan sistemas seguros y transparentes cuando quieren garantizar que se preserve la voluntad popular reflejada en el voto y además necesitan demostrar que lo están haciendo, dando así legitimidad a la elección y a los funcionarios electos.
Fallar al cumplir con los protocolos provocará, en el mejor de los casos, pérdida de confianza y legitimidad, y en el peor de los casos, abrirá la puerta para que se cometan irregularidades sin mecanismos de control que permitan subsanarlas.
Entre las fallas más notables por parte del CNE en la aplicación de estándares de seguridad y transparencia, desde 2017 se pueden destacar:
30 de julio de 2017 – Elección de Asamblea Nacional Constituyente
El CNE anunció un boletín con números de participación, pero nunca hizo públicos los resultados a nivel de mesa. En esta ocasión Smartmatic, empresa que diseñó originalmente el sistema, denunció que los números de participación anunciados no se correspondían con la realidad e indicó que la única manera de demostrar de manera transparente un resultado confiable sería haciendo uso de los mecanismos de auditoría provistos por el sistema. El CNE hizo caso omiso de esta recomendación.
Este fraude supuso la ruptura entre Smartmatic como proveedora de tecnología confiable por más de 13 años y el CNE de Venezuela.
15 de octubre de 2017 – El caso de Andrés Velásquez
En las elecciones regionales de 2017 se presenta un antecedente de fraude cuando el candidato Andrés Velásquez presenta copias de actas de escrutinio obtenidas por sus testigos que no coinciden con la publicación del CNE en al menos 11 mesas de votación. Dichas actas se habrían ingresado de manera manual y sin testigos del candidato Velásquez, al sistema de totalización, y no desde las máquinas de votación. El hecho de que se publiquen resultados que no coinciden con las actas impresas por la máquina de votación no tiene precedentes en la historia del voto automatizado en Venezuela.
Aunque los intentos de impugnación son ignorados por el CNE, este hecho demuestra que es posible demostrar discrepancias en resultados de manera pública.
3 de diciembre de 2023 – Referéndum Consultivo sobre el Esequibo
Luego de la salida de Smartmatic como proveedor electoral, y de un incendio en el almacén del CNE que destruyó todo el parque de máquinas existente, el CNE comienza a trabajar en el desarrollo de una nueva solución de votación, a cargo de la empresa argentina ExCle, que se venía desempeñando como proveedora de tecnología biométrica del propio CNE y de otros organismos del estado venezolano, pero sin experiencia previa en sistemas de votación electrónica.
Para intentar mantener la imagen de transparencia de la plataforma de votación, se hace el nuevo software usando especificaciones técnicas casi idénticas a las del sistema anterior. Sin embargo, las garantías que ofrece un sistema automatizado funcionan en tanto se cumplan los protocolos correctos de supervisión y auditoría, y todos los procesos asociados a esto habían comenzado ya a desvirtuarse.
Es así como en un referéndum no vinculante y con muy baja participación, nuevamente el CNE anunció un número de participación poco creíble en un primer boletín, y resultados de las preguntas de la consulta, pero sin hacer público ningún resultado a nivel de mesa.
28 de julio de 2024 – Elecciones Presidenciales
Varias horas después del cierre de la elección, el CNE emite un primer boletín parcial dando como ganador a Nicolás Maduro y anunciando que los resultados detallados se publicarían en pocos momentos. En menos de 48 horas se hace la proclamación del ganador. Sin embargo, 4 semanas después de ese primer boletín, no hay ningún tipo de soporte para lo anunciado en ese boletín.
El CNE en esta ocasión anuncia un resultado, y más aún, proclama un ganador a la Presidencia de la República, sin ningún soporte que demuestre como se ha producido dicho resultado.
Ante la posibilidad real de un fraude masivo y con los antecedentes previos, la solución más inteligente es hacer uso de los mecanismos de auditoría y verificación que ha provisto el sistema automatizado desde su primer despliegue en 2004 (y copiado en el nuevo sistema), para implementar una operación de recolección, validación y procesamiento independiente de la mayor cantidad posible de actas a nivel nacional, para poder verificar (o refutar, en este caso) el resultado anunciado por el CNE, y hacerlo de manera pública.
De esta manera la alternativa democrática logró recolectar, digitalizar, transcribir y publicar más del 80 % de las actas de escrutinio impresas por las máquinas, mientras que el CNE teniendo la información transmitida y además las mismas las actas que debieron llegar físicamente durante el repliegue, no ha publicado ni una sola.
Los mecanismos para que el CNE pudiera demostrar su resultado anunciado, en teoría, existen en el sistema automatizado actual, y han decidido de manera activa, no usarlos, ya que tal como figura en la demanda de Smartmatic en contra del CNE, ExCle esencialmente hizo ingeniería en reversa del sistema original, por mandato del propio organismo electoral. Llama la atención, además, el silencio de ExCle que, como actual proveedor de tecnología, debería tener interés en denunciar cualquier mal uso de esta.
Paradójicamente, luego de 20 años de automatización, las garantías diseñadas y provistas por el sistema automatizado original, que el gobierno defendió por años porque le permitió demostrar al mundo de manera inequívoca y transparente la mayoría electoral que tenía, son las mismas que en esta ocasión le han permitido a la alternativa democrática demostrar al mundo, y también de manera inequívoca y transparente, la mayoría electoral que han construido.
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