Acerca del escrutinio manual
La premisa según la cual los sistemas manuales de votación permiten al ciudadano saber lo que está pasando durante el proceso de escrutinio -aunque en realidad no observe literalmente lo que ocurre durante el mismo-, es una de las razones empleadas por algunas personas para defender un esquema de votación manual sobre uno automatizado.
Los argumentos a favor de un sistema manual dejan por fuera detalles importantes que, al ser considerados, permiten identificar cuáles garantías están ausentes en el escrutinio manual. En general, el uso de tecnología puede solventar esas garantías faltantes.
La principal ventaja de un sistema de votación correctamente automatizado es la existencia de trazas físicas en cada una de las etapas de la cadena de custodia del voto y la existencia de redundancia en el almacenamiento de la información de los votos. Esto, por una parte, permite poner en práctica controles diversos en cada uno de los puntos de esta cadena de custodia, y por otro lado, garantiza la verificación ciudadana de los resultados, asegurando la veracidad de los mismos, partiendo del principio del carácter público de la elección.
En particular, el principio del carácter público del proceso de escrutinio es muchas veces usado contra la automatización, por el hecho de que el conteo lo hace una máquina en lugar de una persona. La realidad es que en muchos sistemas de votación manual, el conteo se hace a puerta cerrada, donde sólo están presentes los miembros de mesa y -en algunos casos- testigos de los partidos más importantes, y pocas veces se conducen reconteos en el sitio, salvo los casos donde hay reclamos. En los más modernos sistemas automatizados es posible (y además recomendado) que el escrutinio se haga de forma pública y que además los resultados puedan ser verificados directamente por quienes presencian el proceso.
En los sistemas de votación manuales, al no existir redundancia en el almacenamiento de los votos, es posible recurrir a la destrucción de boletas para tratar de restarle votos a la opción contraria; también es viable la introducción de boletas con votos artificiales para inflar los resultados de una opción. En muchos casos se combinan ambas estrategias para disminuir la posibilidad de que existan evidencias posteriores. Con un buen sistema automatizado es imposible la emisión de votos extras o la destrucción de votos: el mismo hecho de que haya, al menos, un registro electrónico y uno físico hace imposible alterar uno de estos registros sin que se evidencie al examinar el otro.
Una manera sutil de lograr destruir votos sin dejar evidencias es anular una boleta: basta hacer una marca extra en otro candidato y el voto se declara nulo. Los sistemas de votación automatizados eliminan la existencia de votos nulos por error humano, por lo que esta técnica de fraude tampoco sería aplicable.
Existen otras técnicas de intento de fraude electoral que dependen de la existencia de una boleta física, como el caso del voto encadenado que no pueden llevarse a cabo con voto electrónico, por no haber boletas en blanco.
Una de las técnicas de fraude más conocidas en Latinoamérica, el “acta-mata-voto” consiste en poner la información que se quiera para favorecer el resultado deseado en la elección, en el acta de resultados de una mesa, sin importar lo que digan los votos. Para que esto se haga, se requiere que no haya testigos en el sitio, pero además deben ponerse de acuerdo todas las personas presentes. Una máquina de votación es un autómata, y además uno muy simple a nivel funcional: básicamente almacena votos, los cuenta y muestra los resultados. No puede tomar decisiones variables dependiendo de las personas presentes o ausentes en el entorno. No te puedes «poner de acuerdo con la máquina tal» para destruir votos o cambiar un acta. Esto la hace más sólida y confiable, aun en circunstancias donde no estén presentes los testigos o público general.
Si la tecnología se lleva más allá del terreno del voto, hasta incluir la identificación y autenticación biométrica de los votantes, se prevendrá la posibilidad de insertar votos artificiales, de personas que voten por otras (vivas o muertas) y de personas votando varias veces por contar con varias identificaciones, lo cual garantiza un sólo voto por elector. Ninguna de estas garantías es posible de ofrecer con voto manual.
Al ser confrontados contra estos hechos la mayoría de los defensores del voto manual argumentan que, con una fuerte presencia de testigos en todas las mesas de votación, puede prevenirse gran parte de estas vulnerabilidades. Pero son precisamente estos voceros quienes, en presencia de elecciones automatizadas, han argumentado repetidamente que es imposible (e inútil) encontrar testigos para todas las mesas de votación de un país.